martes, 9 de septiembre de 2008



Sabíamos no decirnos nada, conservando en apariencia una 'amistad' consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho, 'hola, ¿qué hacés? convidame un pucho, que me tenés abandonada'. Vos con tu mochila a cuestas, yo con la excusa perfecta para charlar de pavadas. Nos hizo un guió San Telmo, un poco de humo en el medio, y enloquecieron las miradas. Quiso el destino que esa noche hiciera frío, y que el ruido de los coches me hiciera hablarte al oído. Y si el diablo se contenta con que dudes un instante, vos y yo, nuestras miserias, y esta noche por delante, ¿quién sabe? Un umbral perdido, y aquel bar medio vacío, como único testigo. Brindamos por el olvido, y el espíritu del vino se fue haciendo nuestro amigo. Con el corazón el llanta, nada mejor que tu lengua abrigando mi garganta. Y conga, conga, conga, conga, y que siga la milonga amor, que el mozo traiga otra ronda y que pague Dios. Quiso el destino que ya no hiciera más frío, y sin coches y sin ruido sigo hablándote al oído, y el diablo que se contenta con que dudes un instante, vos y yo, nuestras miserias, y esta noche por delante amor. ¿Quién sabe amor?